Haciendo uso de la tan utilizada “@”, para designar tanto al sexo femenino como al masculino, he titulado de esta forma mi participación en el cartel “Goce y feminidad en el s. XX”. Me inclino por este uso porque puede aludir las vertientes del amor que me interesa tratar, “el amor”, como substantivo y “amar” como verbo.

Que “amor” es una palabra puede parecer una obviedad para cualquiera, no así para los iniciados en Lacan. Porque las palabras pueden ser necias y serias, pueden ser necias cuando nos envuelven, y llegan a ser serias cuando nos comprometen, comprometiendo al mismo tiempo nuestro recorrido vital.

Una palabra altamente comprometedora es la palabra amar, que además en sí misma conlleva, nos han dicho a muchos, compromiso, todo muy serio. Y empiezo a pensar, como es mi caso en este cartel, sobre asuntos tan serios como el “am@r”, y ahí me veo metida.

Y se me ocurre que resonancias con las que nos comprometen las palabras conforman nuestro inconsciente, y nuestro inconsciente habla, creo que acabo de decir lo mismo de dos maneras diferentes pero es en lo que creemos los que nos comprometemos con el psicoanálisis, otra forma de “am@r”.

Hace unos años existía un programa de televisión llamado “Lo que necesitas es amor”, es interesante reflexionar sobre por qué en aquel momento no se lo tituló “Lo que necesitas es amar”. El verbo, decía Lacan, es un significante no tan necio como el substantivo ya que puede dividir al sujeto.

Amar es otra cosa, pero “am@r”, tal y como yo lo he pensado, en los tiempos de la “@” y de la androginia resulta ser un poco de todo y no mucho de nada, ni una cosa ni la otra ni todo lo contrario, el programa de televisión se llamaría hoy sin duda “Lo que necesitas es am@r”.

Pero decía, amar es otra cosa, y es que amar es un verbo y con el verbo el sujeto entra en acto, actúa, ¿y cómo actúa? ¿cómo se comporta cuándo ama? Cada sujeto se verá comprometido de la manera más necia y seria al mismo tiempo en esa búsqueda de todas las maneras posibles e imposibles, para volver siempre a lo mismo, de ahí la necedad.

Para dirigirnos a alguien o algo que pretendamos amar pienso que deberíamos hablar a lo indio sioux, “Yo amar”, y no decirle “Yo (te) amo”, en esta última el sujeto, creo, pugna por ser amo, en la primera el sujeto se muestra propicio a hacer, abierto a actuar, todo muy serio, ¡y muy necio a la vez!

Conjugando en análisis el verbo amar

Amar

Am-ar

A-mar

Amar-r

Amo

Amó

A-mo

Am-o

Susana Prado. Galicia