Agosto, dirigida por John Wells quien cuenta con una gran producción en cine, teatro y televisión, es una adaptación de la obra teatral del dramaturgo Tracy Letts que lleva el mismo nombre.

Asimismo ha sido el propio Letts, el guionista del filme. En nuestro país fue adaptada por Luis García Montero e interpretada por Carmen Machi y Amparo Baró en los principales papeles.

La película narra la historia de una familia, una novela familiar descarnada, donde la madre si siempre es estragante en mayor o menor grado, ésta madre protagonizada excelentemente por Meryl Streep es un fiel retrato del estrago.

La película transcurre en Oklahoma durante el mes de agosto. El calor es asfixiante, como así también las situaciones que se van sucediendo.

La familia nuclear está compuesta por Beverly, el padre, interpretado por Sam Shepard; la madre, Violet, interpretada por Meryl Streep y sus tres hijas. Sólo una de ellas, la menor, convive con sus padres. La familia se reúne con motivo de la desaparición del padre. Se suman al encuentro, la hermana de Violet, su marido y su hijo. También llegan su hija mayor, Bárbara, interpretada por Julia Roberts, con su marido y su hija adolescente. La hija del medio viene acompañada de su novio de turno.

Secretos, reproches e injurias atraviesan el filme desde su inicio hasta el final.

Una voz en off, la de Beverly (Sam Shepard), profesor cuyo refugio son los libros, dice una frase de un poema de T. S. Elliot, extraído de su libro Los hombres huecos. La vida es muy larga, frase que ilustra lo que piensa Beverly, ya que decide poner fin a la suya.

Existe un pacto matrimonial, donde él bebe y ella toma pastillas, como un modo de soportar la existencia.

La metáfora paterna no ha logrado pacificar a esta mujer y a su deseo devorador, se ha manifestado al servicio del capricho de la madre y ha permitido que ésta devore y asfixie a sus hijas.

Lacan nos habla del deseo de la madre y nos dice que es estar dentro de la boca de un cocodrilo, que no sabemos qué puede ocurrirle, pero de repente cierra la boca. Sin embargo, hay un palo de piedra que la contiene, la traba, y es lo que llamamos el falo. El falo entonces oficia de barrera a la satisfacción de ser el objeto exclusivo del deseo de la madre.

El odio, el rencor, el agravio y la injuria vertebran el filme. La madre padece cáncer de boca, lo que no deja de ser llamativo ya que precisamente de ella emanan los peores improperios.

Sostenida por el ataque duro y tenaz hacia sus seres queridos, esta madre transmite lo peor, sus palabras están teñidas de odio, resentimiento y reproches. Sabe muy bien cómo herir a estas hijas mujeres porque no sabe cómo hacer con un goce que la desborda.

De la posición de víctima, pasa luego a injuriarlas, despreciarlas e intenta hacerlas sentir culpables. Es cruel.

Por otra parte, entre las hermanas no existe lazo. Cada una ha tratado de salvarse y arreglárselas con este real mortificante. Las tres presentan serias dificultades en la vida amorosa.

Sin embargo, el grado en que han quedado marcadas y estragadas por este gran Otro, incapaz de hacer con la falta, difiere. Bárbara, la hija mayor encarna el falo de la madre. Tal vez por ser la favorita de su madre, es la que más ha quedado atrapada en su goce sin límites. Es la que más se enfrenta a ella, pero a la vez es tal la identificación con ella, que Ivy, su hermana menor, le manifiesta que entre ella y la madre no hay ninguna diferencia, aludiendo a que son dos monstruos.

Bárbara está atravesando una difícil separación y mantiene con su hija adolescente una tortuosa relación.

Karen, la hermana del medio, hace ya tiempo que se ha marchado. Díscola, frívola, desorientada, con semblante de niña inocente, en búsqueda de un amor estable, emprende sin tregua relaciones amorosas una tras otra. No se confronta con la madre y le dice “eres nuestra madre y te queremos. No eres cruel ni retorcida”.

Ivy, la menor, es por medio de la astucia que tiene que ver con la castración, donde ella puede alojarse y enamorarse de su primo. Puede dar cabida a lo que está fuera de la ley, sin enfrentarse.

Sin embargo, su madre le revela que su primo es en realidad su hermano. Desmoronada, huye de la casa familiar, aunque desconsolada asevera que de todos modos se marchará con él.

Dos escenas resultan impactantes. Una de ellas es la comida que se celebra por el funeral del padre.

La madre obliga a los hombres a colocarse la chaqueta, a pesar del calor asfixiante. Ellos acatan la orden y ella enciende un cigarrillo. Y comienza a denigrar a su marido, argumenta que le importaba un bledo dar clases, que sólo era un alcohólico, que no escribía nada realmente interesante desde hace muchos años, y que una vez se cagó encima.

Después de tratarlo como un desecho, lo alaba diciendo que era un hombre sacrificado, que había tenido una infancia muy dura.

Les comenta a sus hijas que ella es la única beneficiaria de la herencia e intenta venderles muebles viejos de los que quiere desprenderse.

En esa misma escena, cuenta que Bárbara se está separando porque su marido se ha ligado a una mujer más joven. La escena acaba a golpes entre madre e hija, ante la consternación de los demás asistentes.

La última escena transcurre entre la madre y Bárbara. El punto de inflexión para Bárbara es cuando descubre que su padre había dejado una nota, y que por tanto su madre tal vez podría haber evitado el fatal desenlace. La madre la culpa a ella del suicidio del padre porque al marcharse los había abandonado. A la vez se proclama como la más fuerte y nadie lo es más.

Bárbara huye, el dolor la invade, pero vislumbramos que pese a todo lo ocurrido, ella logrará romper con esa devastadora relación madre-hija.

Violet tiene una hermana a la que está unida por el maltrato que ambas ejercen con sus hijos. Matti Fae también denigra a su hijo, al que todos consideran complicado. Ella aclara que para ser complicado primero hay que ser listo y añade no saber el motivo por el cual está tan decepcionada con él. Podríamos pensar que su hijo le recuerda constantemente su acto apuntando a su responsabilidad.

La familia Weston es una de esas familias de las que muy pocos consiguen escapar y los que lo logran, no es sin consecuencias.

Como las dos hermanas han sido víctimas de una madre cruel, parece que ellas repiten el patrón. Leyendo críticas sobre la película, dos hacían hincapié en la genética, arguyendo que estas dos mujeres eran así por su herencia genética. Se trata de una reflexión muy acorde con la época, ya que se empeñan en considerarnos como simples portadores de células, neuronas, neurotransmisores.

No obstante, la lectura analítica de esta película permite ver el estrago como resultado de la dificultad de abordar lo femenino.

Mirta García Iglesias. Miembro ELP y AMP Madrid.