Antes de la colonia, los nativos americanos reconocían cinco géneros

“Antes de la colonia, los nativos americanos reconocían cinco géneros”, es una nota muy interesante, firmada por Nayo Aragón, y publicada por Lamula.pe [1], medio de comunicación virtual donde periodistas y ciudadanos comparten sus escritos.

Aragón da cuenta de que distintas tribus como los Navajo, los Cheyenne o los Cherokee utilizaban el término “gente con dos espíritus” para referirse a las distintas formas de sexuación que había en estas sociedades. Esto, en primer lugar, pone de manifiesto la posición de apertura de estos grupos que acogían la diferencia e inclusive daban un lugar destacado a los sujetos que encarnaban más de una posición sexuada.

Por otro lado, plantea muy claramente que fue la imposición de la moral cristiana, propia de los colonizadores, la que llevó a combatir esta sexuación más abierta de los aborígenes para imponer la sexuación sólo en términos de masculino-femenino, que también estaba incluida entre los registros aborígenes.

Es decir que un amplio arco en la sexuación fue reprimido con la llegada de los europeos.

Se da la curiosa circunstancia de que ahora, en nuestra época, volvemos a encontrar algo de esta diversidad en las elecciones sexuales. Por ejemplo, vivimos en sociedades donde la homosexualidad ocupa un lugar cada vez más importante, donde los sujetos homosexuales van conquistando lugares sociales y derechos que hasta hace poco no tenían. Esto conlleva una lucha social por conseguir la igualdad y el derecho al goce para las distintas prácticas, una legalización.

¿Las prácticas actuales, la forma de situarse frente al partenaire y al goce sexual son las mismas que las de los aborígenes reprimidos? ¿Se trata de la misma experiencia?

Dice Aragón que para los nativos no había reglas que tuvieran que cumplir para ser considerados sexualmente normales en su tribu. No sólo eso sino que los que tenían tanto características masculinas como femeninas eran vistos como dotados de dones, por parte de la naturaleza, que les hacían capaces de entender “los dos lados de todo”. En todas las comunidades se reconocía a la mujer, al hombre, a la mujer de dos espíritus, al hombre de dos espíritus y al transgénero.

Esta cultura de los “dos espíritus” fue una de las primeras que los europeos trataron de hacer desaparecer para que no pasara a la historia.

La gente era valorada por su contribución a la tribu, más allá de su posición sexuada. Los padres no asignaban roles de género a los niños y no existían ideas preconcebidas acerca de cómo se debía amar. La vida giraba en relación a otros valores.

Es un artículo sugerente, que abre vías para formularse ciertas interrogaciones sobre las sexualidades y su inscripción en distintos momentos de la historia.

Graciela Sobral. Miembro ELP y AMP. Madrid

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