«Las casualidades nos empujan a diestra y siniestra, y con ellas construimos nuestro destino, porque somos nosotros quienes lo trenzamos como tal».Lacan, J.: El Seminario, Libro 23, El sinthome, Ed. Paidós, Bs. As., 2006

Es la película número 20 de Pedro Almodóvar, resultado de la adaptación de tres cuentos, “Destino”, “Pronto” y “Silencio” de Alice Munro, que pertenecen a “Escapada”, el libro que sostiene en sus manos la protagonista de La piel que habito en una escena. En una entrevista, Emma Suarez (la Julieta madura) dice que al disponerse Almodóvar a rodar una escena y descubrir que en el fondo aparecía una biblioteca, suspendió la toma para traer de su casa una maleta con sus libros.

“Julieta” es la historia de la viuda de un pescador que un día, descubre con horror que su hija la ha expulsado de su vida, que no quiere saber nada de ella. Conocemos tres décadas en la vida de la protagonista desplazándonos hacia delante y hacia atrás a medida que Julieta avanza e interrumpe esa larga carta en la que escribe sobre sus fallidas relaciones con los otros, su padre, su marido, su hija ausente.

Julieta es una mujer distinta en la expresión a las mujeres de las anteriores películas de Almodóvar, las mostraba excesivas, lloronas, gritonas, pasionales, sufrientes explícitamente. Esta Julieta es contenida en sus emociones, victima de sí misma, doliente y callada, vive con resignación y guarda un secreto. Y así es la película, poco diálogo y mucha imagen cuidada al detalle.

El dolor de existir de Julieta es seco, duro. Ella es ese dolor encarnado gracias a le excelente interpretación de Enma Suarez. Es profesora de Literatura Clásica, amante de los griegos. Una coincidencia con la tragedia que es su vida? O la represión jugando en la elección de su vida profesional ocupándose en aquello de lo que no quiere saber nada?.

Al inicio, en un primer plano de Julieta se muestra un cuadro de Lucian Freud. Se intuye entonces que el personaje de Julieta va a ser arrastrado al abismo y que el director nos va a mostrar cada una de sus heridas. Pero el abismo es mostrado en el tiempo a posteriori del atravesamiento.

Para nosotros, psicoanalistas, no hay causa-efecto, entre la causa y el efecto hay un hiato, ése que es el “leiv motiv” en los cuentos de Munro. «Me gustan los hiatos; en todos mis cuentos hay hiatos», ha dicho. «Parece ser la forma en que se presentan las vidas de la gente”. Por eso no escribe novelas, porque “las personas no nos conocemos de forma continua, sino a través de contrastes que percibimos de vez en cuando”. Donde aparece un “fulgor”.

Almodóvar trata estas discontinuidades con maestría, lo que le permite insertar algunos paréntesis sin perturbar la narración. Oníricos unos, como el sueño en el que la madre enferma de Julieta recobra la lucidez, la imagen del ciervo corriendo al lado del tren. Cotidianos otros, como la escena ante el espejo con los rostros de la Julieta joven (Adriana Ugarte) y la Julieta madura (Emma Suarez), mostrando el paso del tiempo con un gesto mínimo.

No podemos explicarnos porqué es Julieta como es, ni por su infancia, ni por su padres, ni por los hombres que elige, ni por las pérdidas en su vida. Solo conversar sobre lo que cada uno arriesga de lo que vio. Sólo apreciaciones con las herramientas que tenemos desde el psicoanálisis.

Nunca más ajustado el titulo frustrado “Silencio”, todos los personajes resultan invadidos por él, se someten, no preguntan, dicen menos de lo que se espera. Y está el silencio de Julieta, que solo puede decir haciendo letra: escribir su vida para su hija ausente, su voz… en “off”. La ausencia como un nombre del silencio. El silencio de la mala manera.

Cuando Lacan va a hablar del silencio toma como punto de partida la pintura de Munch, El grito. Y entre otras cosas dirá “el grito hace el abismo donde el silencio se precipita”. Habría un silencio ligado a la palabra y otro mortífero que “no encuentra más eco que el silencio de la pulsión de muerte» (1). Si “la palabra es la muerte de la Cosa”, hablar es morir un poco o perder la Cosa que nos constituye. Porque “Cernido convenientemente, cada silencio es un indicador, en negativo, de la existencia de una palabra posible» (2) Hacer del silencio un objeto que haga hablar al silencio es una manera de describir lo que hace un analista.

Por un lado el silencio y por otro la letra, “El significante es puro simbólico, mientras que la letra es simbólico e imaginario, es decir, semblante. Lacan refiere en ese momento la letra a lo real para interrogarlo. Se trata de discernir lo real a partir del semblante de la letra». (3)

Julieta goza de su silencio, de la espera, renuncia al amor eligiendo: entre la mujer y la madre, a la madre. Julieta escribe, ella no lo sabe, para cercar el goce que la invade.

Para Freud un “no tengo” esencial recae del lado femenino. Nada sabemos acerca de cual ha sido la subjetivación de ese “no-tener” en Julieta, solo arriesgamos que la solución que encontró fue una metáfora fálica: ser madre. El encuentro con la que fue amiga íntima de su hija que le comenta qué ha sido de ella hace emerger la solución…ignorada. Rompe entonces su pareja actual y se queda sola a la espera del reencuentro. Durante años recibirá un sobre vacío, sin remitente, en el que reconoce la letra de su hija, quien parece querer decirle, estoy viva.

Y aunque el final, en un principio, me pareció esperanzador, hoy ya no. Julieta seguirá en silencio, “No voy a preguntarle nada” dirá mientras va al encuentro de su hija, que la ha convocado por otra muerte trágica, la de su nieto, ahogado como su marido, en una piscina.

Y los espectadores, mudos una vez finalizada la película, sentados sin moverse durante un buen rato, han asistido, tal vez sin saberlo Almodóvar, al despliegue de lo real en esa vida, mudos porque de eso no se puede decir nada, porque eso no tiene palabras, opera sin nuestra intervención, opera bajo la ignorancia de lo que nos lleva a construir o destrozar muchas veces nuestra vida.

Marta Mora. Socia sede de Madrid de la ELP.

1.Jacques Lacan, “Observación sobre el informe de Daniel Lagache” en Escritos 2

2 Anna Aromi. Palabra y silencio en Psicoanálisis

3 Jacques Alain Miller, La naturaleza de los semblantes. Paidós