Entrecruzamientos de algunos trazos entre la novela y el film La chica danesa; o de hombre a mujer.

Algunas puntualizaciones de la novela

La chica danesa, de David Ebershoff es una novela  de ficción libremente inspirada en el caso de Einar Wegener y su esposa. El autor explorará un espacio íntimo de este peculiar matrimonio que, a través de su escritura y su libertad creativa cobra vida esta historia.

El autor : “ En estas páginas se encuentran algunos datos importantes sobre la transformación real de Einar, pero la historia que cuento aquí, situada en un lugar y tiempo determinados; con diálogos y pensamientos concretos, no es más que un invento de mi imaginación” .

A comienzos de 1937, “la noticia que un hombre había cambiado de sexo, empezó a circular y los periódicos publicaron rápidamente artículos sobre la vida de Einar Wegener”.

Un dato a destacar es que la misma Lili Elbe “filtró la historia a la prensa, junto con su propia nota necrológica, con seudónimo”. Un modo de dejar un documento para la humanidad

Greta y Einer —ambos habitan ese oscuro espacio secreto entre dos personas que constituye un matrimonio—, recorrerán un camino apasionado, sinuoso. En el final encontraremos a una mujer llamada Lili Elbe, o “la chica danesa”

El autor también se apoya en otras fuentes de investigación, diarios y la correspondencias de Lili Elbe, editados por Niels Hoyer y publicados con el título: “De hombre a mujer”; como así también, en otros periódicos daneses.

Estas lo orientaron a recortar  detalles reales, esenciales sobre la evolución de Einar, en especial, en relación con la primera visita de Lili al estudio de Wegener, las misteriosas hemorragias nasales de Einar y su deterioro físico, su viaje a Dresde y su estancia en la Clínica Municipal de Mujeres.

Los hechos que relata son en gran medida apoyados en las palabras originales de Lili Elbe, insiste en que los personajes son ficticios.

En la historia recorto cuatro momentos decisivos, de acuerdo a mi lectura. Entrelazados mínimos entre la novela y el film.

I. Un episodio de niño

En una ocasión, el padre, cuando volvía “de pasar una hora charlando con un vecino en la cocina de su casa, encontró a Einar, que era bajo para sus siete años, hurgando en los cajones, con el collar de cuentas de ámbar enrollado en torno al cuello y una bufanda amarilla envolviéndole la cabeza, como si fuera una larga y bella cabellera. El rostro de su padre se puso rojo al ver esto, y sus ojos parecieron hundírsele cuencas adentro. Einar oía el airado resuello del aliento en la garganta de su padre. — ¡No puedes hacer eso! —le dijo—. ¡Los niños no pueden hacer esas cosas! Y el pequeño Einar respondió: — ¿Y por qué no? [1]. Su padre murió cuando tenía catorce años. Su madre muchos años antes.

II. En el inicio, un juego erótico

La película refleja un amor incondicional ofrecidos el uno al otro hasta el final. Aquello que había empezado como un juego erótico entre ellos deviene en acontecimiento de cuerpo en Einar.

Gerda era conocida por sus delicados, sugestivos retratos de mujeres. Una tarde, la contingencia puso su marca, su modelo no llegó al atelier. Entonces le pide a Einar si por una vez, puede posar, así termina la parte de abajo del cuadro. En verdad esa sería la primera de una serie, él seguirá posando; y la calidad de las obras de Gerda ampliándose; con un éxito que desconcierta a los expertos.

El tiene que vestirse con algunos atuendos femeninos: medias de seda, unos zapatos de tacón, acaso también un vestido que le permitiese acabar de pintar los pliegues de la falda.

Einar acepta, y en el instante en que la seda del vestido se desliza por su cuerpo se le impone una revelación, es el inicio de un momento que ya no tendrá vuelta atrás; un mundo de sueños, el sueño de ser otra.

Luego, a un baile, va vestida de mujer empujada por su propia esposa, solo para divertirse.

En el baile, Eibar atraviesa  una situación muy embarazosa con un muchacho. Llega a su casa presa de angustia, toma sus pinceles y con vehemencia satura el tono marrón, a mi entender – su pantano – en el lienzo.

Gerda: “A veces pienso que vas  atravesar el lienzo y te esfumarás en el pantano”; él responde “el pantano está dentro de mí” [2].

Su esposa también se angustia, lo ve a Einar –vestido de mujer en la fiesta- besarse con un hombre. A lo que ella increpándolo, dice: “era solo un juego”. El juego transmudó en su realización.

III “Algo cambió para siempre” El empuje  a la mujer

El desencadenamiento frente al espejo, magistralmente realizado en el film, es el momento, a mi entender, de mayor voluptuosidad.

Sabemos con Lacan que el transexual no acepta el órgano  en calidad de significante; quiere liberarse de ese error, interviniéndose en lo real del cuerpo, su “único yerro es querer forzar mediante la cirugía el discurso sexual, que en cuanto imposible es el pasaje a lo real” [3].

El error común que no ve  es que el significante es el goce y que el falo no es más que su significado.

Acceder al otro sexo, en acto, justamente porque ese  órgano “no es un instrumento más que por la mediación de esto, en lo que todo instrumento se funda que es  un significante” [4].

Para rectificar  dicho error, Lili llegará hasta las últimas consecuencias, varias intervenciones quirúrgicas y sus complicaciones. A su vez acompañada por Gerda, en esa decisión o certeza de Einar: “no puedo seguir viviendo sin saber quién soy”. En este fallo indeclinable, su partenaire síntoma “incondicional”, la acompañará a ese empuje a la mujer hasta el final.

Me pregunto si ese amor incondicional en Gerda  (lesbiana  de acuerdo a algunas fuentes) más un decir -entre tantos otros – que destaco: “soy tu esposa lo sé todo”; no habría sido un modo de encontrar una respuesta en la otra, sobre el enigma  de su propia feminidad; al modo del empuje a la otra mujer en la histeria.

IV El final con un sueño que la apacigua y la muerte una salida

Lili, luego de muchas y tormentosas intervenciones quirúrgicas -más de las que muestra el film- para rectificar el error de ese pene no significado como falo, morirá.

Antes de morir relata  un sueño: “anoche soñé que era una beba en los brazos de mi madre y me nombraba Lili”.

Se vislumbra en esa expresión agonizante una sensación de apaciguamiento. Luego, el vuelo de su foulard, esa gasa liviana, se desprende, elevándose hacia el cielo.

El director con su arte hace un uso magistral de las texturas desde el inicio del film; da a ver ese modo vívido, tenue y lujoso, que metamorfosea lo bello, en lo insoportable y el sufrimiento. Texturas que rozan un cuerpo, y hablan por sí mismas. Livianas como el moiré.

La novela concluye;  ella sentada en su silla de ruedas sola, en un parque, tal vez en una casa de reposo. Su estado es de confusa contemplación; “observa el movimiento tembloroso de un barrilete, debido a la fuerza del viento en los altos del cielo, como si fuese un murciélago blanco”.

O quizás ese temblor era el preludio de su inminente muerte.

Para concluir: “No sabemos qué son el hombre y la mujer” [5]; pero aún así…

Silvia Bermudez. Miembro EOL y AMP. Buenos Aires.

 

Referencias:

  • Ebershoff, D; La chica danesa, Anagrama. Barcelona, 2000.
  • Bermúdez, S; “Qué lugar para la invención…”. En Identidades, Revista Psicoanálisis y el Hospital; N. 47, Buenos. Aires, 2015 pp. 66-70.
  • Hooper, T; La chica danesa, film, Británica, 2015.
  • Lacan, J; Seminario 19. O peor…La pequeña diferencia, Cáp. 1 y 3. Paidos, Buenos. Aires, 2012.

Notas:

  1. El destacado es mío.
  2. El destadado es mío.
  3. Lacan, J; Libro XIX, Paidos, Bs.As, 2012, p.17.
  4. Ibíd.
  5. Ibíd.p.38.