…”cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.” ( Alejandra Pizarnik p.1971)

Yo le dije: —Dime la verdad.
Y él me contestó: —¿Qué verdad?
Dibujó algo a toda prisa en su cuaderno y me lo enseñó:
un tren largo, muy largo con una gran nube de humo negro y él asomándose por la ventanilla y saludando con un pañuelo.
Le pegué un tiro entre los ojos

Así comienza la nouvelle de Natalia Ginzburg recién editada en España, -si bien fue publicada en Italia en el año 1947-.

Esta fue su segunda novela, escrita en un momento difícil, a continuación de la muerte del marido a manos de los nazis y de un largo exilio familiar en un pueblo de los abruzzos.

En la edición hay una Nota de la autora que vale la pena comentar. No sólo porque da cuenta de su estado de ánimo en el plazo que escribió el libro, sino también por lo que aporta sobre su oficio y la manera, despojada de todo artificio, con la que transmite su tristeza e insatisfacción en aquel momento.

Ginzburg se confiesa infeliz cuando la escribió, hecho que relaciona con el intento de sentirse un poco menos desdichada. Y reconoce abiertamente que se equivocó. Lo hace de manera descarnada, como quien no tiene nada que perder : No debemos buscar nunca un consuelo en la escritura. No debemos perseguir un objetivo. Si hay algo seguro es que es necesario escribir sin perseguir un objetivo.

Y prosigue : tenía la mente confusa y enredada en la oscuridad, por esa razón lo que aún está vivo en esta historia , y como es lógico en esa mujer, es precisamente la oscuridad, la confusión y el enredo.

Alguien podría preguntarme por qué incluyo en este volumen esta historia que, como se ve, ya no me gusta. Pero no es cierto que ya no me guste, sé donde está viva y dónde no es fortuita. También sé dónde es fortuita.

“ Si hubieses sido más feliz , habrías escrito una historia más bella”. Llegaban a decirle algunos. Y responde : Es cierto que tenían razón, pero era más cierto aún que no se trataba de que yo estuviese intentando ser menos infeliz escribiendo aquella historia, sino sencillamente intentaba llegar a escribir algo a pesar de mi infelicidad y sin haberme curado, escribir sin dejar que mi infelicidad enturbiara e hiciera enfermar las cosas que escribía. Aunque para llegar a ese punto es necesario que la infelicidad no sea en nosotros una pregunta lacrimosa y llena de ansiedad, sino una conciencia absoluta , inexorable y mortal .

Algo de ese no tener nada que perder destila la protagonista de la novela, pero no en el sentido de la apuesta deseante, sino por todo lo contrario. Este personaje tiene recovecos que sólo una relectura atenta nos revela, por ejemplo, podemos descubrir una lucidez sobre sí misma ( no obstante, esto no logra más que precipitarla a la impotencia).

Por ello no llama la atención que Italo Calvino escribiera ese prólogo que parece haberlo retenido en la superficie, en ese destilado de insatisfacción y desdicha sin salida que la protagonista transmite .

Está fechado el 21 de septiembre de 1947, y entre otras apreciaciones dice : Durante generaciones y generaciones lo único que han hecho las mujeres de la tierra ha sido esperar y sufrir. Esperaban alguien que las amara, se casara con ellas, las convirtiera en madres , las traicionara

Si bien es preciso recordar el momento en el cual fue escrito el prólogo-como así también la novela- esto es, apenas terminada la guerra en Europa, esta lectura de Calvino es desmentida desde la trama misma del texto.

En efecto, a Francesca, prima de la protagonista, y Giovanna, amante del marido, Ginzburg les cede el papel de mujeres totalmente diferentes a la figura principal, creando un personaje para Francesca donde la frivolidad se une a un “ saber hacer” con los hombres desde una posición crítica y sin escrúpulos respecto de la familia, el matrimonio y todo aquello que no incluya su propio deseo como motor. El otro personaje femenino, la amante del marido, Giovanna, es una mujer que defiende su deseo como tal, y

tampoco remite a la madre sufrida entregada sólo a sus deberes familiares.

Ambas podrían encarnar muy bien la figura de la otra mujer.

La protagonista les supone un saber, por motivos diferentes, sobre el deseo y la vida :

Muchas veces pensaba en otras mujeres. Pensaba en Francesca y en Giovanna y también en mi madre . Me daba la sensación de que para ellas las cosas eran muy sencillas (…..) Y sin embargo, a mí me daba la sensación de que yo nunca había sido capaz de vivir y de que ya era demasiado tarde como para aprender , pensaba que en mi vida no había hecho otra cosa que mirar fijamente en aquel pozo oscuro que había en mi interior.

Leer esta novela desde el estrago es reducirla a lo superficial, aquello que está a la vista. Nada más lejos de lo que su autora nos muestra de manera sutil a veces, y otras con la contundencia brutal de lo traumático.

La historia es tan acotada como dramática : una muchacha de pueblo, va a vivir a una gran ciudad a trabajar como profesora. Vive en una pensión triste y oscura. Su vida es recortada y monótona. Tiene una prima en esa ciudad , ésta es su lado opuesto, frívola, amante de las fiestas y los amoríos.

Del trabajo a la pensión y viceversa, su vida transcurre. Así y todo, conoce a un hombre en una cena familiar. Este le hace un retrato, la invita a un café, al teatro. Los encuentros se reiteran. Ella no se reconoce enamorada pero piensa , cree, que él si lo está . Espera en vano alguna palabra de amor, en definitiva le regala chocolatinas, la va a buscar a la pensión y parece interesado en los relatos de su pueblo, sus vivencias, sus pensamientos. Pero él no dice nunca nada de sí mismo. Y tampoco le dedica palabra de amor alguna. Ella repara en ello, desconoce el porqué pero todo la lleva a pensar que él se ha enamorado y que no lo confiesa por timidez.

A una muchacha le produce tanto placer pensar que un hombre se ha enamorado de ella que aunque no esté enamorada es un poco como si lo estuviera…

Finalmente, es ella quien le declara su amor. En la escena, él queda mudo para finalmente comunicarle sin más que no la ama, que ama hace muchos años a otra mujer , si bien esa relación es imposible ya que ella está casada y con un hijo.

A pesar de esta confesión , la muchacha accede al pedido posterior de casarse : él le dice que se siente muy solo desde la muerte de su madre.

A partir de ese momento, la vida de esta mujer fluctúa entre viaje y viaje del marido a encontrarse con su amante. El no dice con quien ni adónde va cuando ella pregunta. Miente. Ella lo imagina. El la evita. Ella no sale a la calle por temor a que le pregunten dónde está el marido. Ha dejado de dar clases, está sola, esperando no se sabe qué.

Queda embarazada y tiene una niña. Los avatares de esa maternidad sin asidero en el deseo, lo traumático de ese no saber qué hacer consigo misma ni con la hija, el infierno de una demanda a la que no puede ni sabe responder, los tropiezos a los que la condena ese no tener un lugar en el Otro y ese estatuto nuevo de madre al que tiene que hacer frente sin contar con nada, son descriptos con tanta crudeza como brillantez por la autora. No hay concesiones, ese clima denso, desasistido, angustioso se nos revela desde un paso a paso inadvertido, casi sigiloso : he ahí el drama de esa mujer sin salida. Asimismo, la descripción de la pequeña, de su comportamiento respecto de la madre, es desolador. Una niña sin falicizar. Una madre sin brújula.

Me daban ganas de no ver a la niña durante un tiempo. Me daba de pronto una especie de repugnancia por todas las cosas que tenían que ver con ella….. y me apetecía irme al cine con mis amigas o leer una novela. Pero no tenía amigas y si abría una novela me cansaba enseguida y regresaba a aquel libro en el que estaban escritas todas las cosas que debían comer los niños ….

La erotomanía da paso a otro escenario cuando el marido anuncia que se va. Ella marcha entonces con la prima y la niña a San Remo. Allí, después de una meningitis fulminante la hija muere.

La separación queda suspendida a partir del suceso, el marido no la deja y el mundo doméstico se reduce así a ambos, solos en la casa. Se recompone algo del orden del apego entre los dos, situación que se mantiene hasta que él vuelve a hacer la maleta para uno de sus viajes.

En ese momento, se produce el pasaje al acto con el que comienza y termina la novela .

Natalia Ginzburg dice en su Nota cuando y porqué escribió esta novela. Lo que no explica, lo que maravilla de este texto es como desde su escritura puede alumbrar paso a paso una estructura sin tener conocimiento alguno de psicopatología.

Este maravillarse va más allá del hecho de estar advertidos como psicoanalistas respecto de ese avanzar sin saber lo que sabe del artista que le permite ir un paso adelante, tal como oportunamente observara Freud

( Delirios y sueños en la Gradiva de Jensen ;1907) y que Jacques Lacan retoma en su Homenaje a Marguerite Duràs .

Claudine Foos. Miembro ELp y AMP. Madrid