Eje Temático: Maternidad: ¿destino, síntoma o deseo?

La maternidad como suplencia

Patricia Tassara.

Si bien en algunos textos, como por ejemplo en La Familia, Lacan habla de “sentimiento de maternidad”, siempre lo hizo en relación al orden simbólico [1]. Posteriormemte desarrolla cómo una mujer se vuelve madre a partir de la lógica fálica. Será en los años 60′ cuando toma la relación de la madre con el niño como objeto a, para finalmente desarrollar las fórmulas de la sexuación, cuestión que introduce una diferencia fundamental entre la posición femenina, la posición histérica. En el Seminario 4, postula que entre madre e hijo no hay armonía alguna y que esa dualidad no existe en tanto siempre estará mediada por el falo, tomando el niño un valor fálico al ser ubicado como objeto de deseo materno. Lacan rompe con la idea de la ‘buena madre’ más bien destacando la madre insuficientemente buena, que despunta en cada una a partir de la frustración de la madre como mujer. Allí se ubica lo insaciable, caprichoso y devorador del Deseo Materno como voluntad sin reglas, en tanto es esa parte que remite a ella como mujer y al tratamiento que dé a la falta, la suya propia. La posición que tenga una mujer respecto a la falta, será lo que determine la transmisión de la castración, así como el lugar que tomará el hijo en la estructura. Cada mujer, tendrá una relación directa con la castración de su propia madre y la transmisión que ésta haga de la misma.

La maternidad como destino

Mater semper certa es, ya no se sostiene en el Siglo XXI. En el paradigma actual, el discurso cientificista ha barrido con las tradiciones, costumbres, mitos y autoridad que el significante del Nombre del Padre sostenía, dejando en primer plano los diversos modos de goce. Con la ciencia, ya no podemos seguir sosteniendo la frase: ‘madre hay una sola’. Mujeres solas que buscan inseminarse, parejas de lesbianas que tienen hijos, parejas de homosexuales que apuestan por hijos con vientre de alquiler o transexuales que se embarazan para dar a luz un hijo a su mujer, son algunos de los ejemplos que ponen en cuestión la certeza de la figura tradicional de la madre. A diferencia de los postulados médicos, religiosos o culturales, para el psicoanálisis lacaniano la maternidad no es ningún destino natural.

Son cuestiones ante las que el psicoanalista lacaniano debe aggiornarse, sin suspicacias, prejuicios o sospechas, para estar a la altura de los tiempos. Que una mujer declare hoy día, que no quiere tener hijos, debe ser escuchado más allá de la salida fálica ‘normal’ propuesta por Freud en los años 30′.

La maternidad como síntoma

Jacques Lacan va más allá, situando que no todo es falico en las tres soluciones edípicas freudianas para la mujer: el complejo de masculinidad, la renuncia a la sexualidad o la maternidad por vía de la ecuación niño=falo. Cada una de ellas tiene su relación al falo, pero para Lacan, una mujer no se agota en la ‘salida normal’ de la maternidad. Medea, es la figura tomada por Lacan con la que muestra que la maternidad no satura a la mujer. Su acto de filicidio, es respuesta a la pérdida de amor de su objeto, Jasón. La castración en la mujer pasa por la pérdida de amor. Con esta figura mitológica, Lacan sitúa que una mujer no es una madre o al menos, no se agota en ella. Ubica la división madre-mujer, división imposible de suturar en tanto la cuestión: a más madre menos mujer o viceversa, no cesa de no escribirse. Esta división se podría pensar en relación a la diferencia que Lacan formula entre la posición histérica y la posición femenina, entre el goce fálico y el goce femenino.

La clínica de la neurosis, nos muestra la queja y dificultades cuando la maternidad, es barrera o defensa a lo femenino que hay en ella. Es la maternidad donde el niño como síntoma, tapona lo que en ella hay de mujer. Un marido, también puede advenir fácilmente a dicho lugar desde la desorientación de su posición viril. En Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1932), Freud ubica que la fuerte dependencia de la mujer respecto del padre será la heredera de su intensa relación con la madre, “La hostilidad que se dejó atrás alcanza a la ligazón positiva y desborda sobre el nuevo objeto. El marido, que había heredado al padre, entra con el tiempo en posesión de la herencia materna” y más adelante agrega lo siguiente: “Solo la relación con el hijo aporta a la madre una satisfacción ilimitada. Es por otra parte la más perfecta, la más fácilmente libre de ambivalencia de todas las relaciones humanas. La madre puede transferir al hijo la ambición que debió reprimir en ella, esperar de él la satisfacción de todo lo que le restó de su complejo de masculinidad. Incluso un matrimonio no está asegurado antes que la mujer haya logrado hacer del marido también su hijo, y comportarse frente a él como una madre” [2]. Si para Freud, la ‘satisfacción’ de una mujer pasa por ser madre, para Lacan se trata de ir más allá de este impasse, situando la ‘posición femenina’ como aquello que está más allá de ‘la madre’. En el Seminario 6, nos dice que lo que a ella verdaderamente le interesa “no es tener una satisfacción sino tener lo que no tiene”, el falo, que se introduce en la dialéctica como significante: “Por eso lo tendrá siempre, en un cierto nivel de su experiencia, en menos” [3]. De esta forma introduce la paradoja de la relación del falo con la posición femenina.

Si la relación al Otro siempre está mediada por el síntoma, la relación de una madre con su hijo, también lo estará. Podemos decir que el deseo de hijo y su posterior relación con él, estará mediado por el verdadero partenaire de ella, lo imposible de soportar, es decir, su partenaire real [4].

La maternidad como deseo

El deseo de la madre no es algo que se soporte tal cual” nos dice Lacan, éste siempre conlleva algo de un deseo de muerte [5]. ¿Qué espera la niña de su madre como mujer? ¿Cómo nombra una madre en su propio discurso ese más allá del falo para la hija? Ésta es la encrucijada! La cuestión pasará por cómo la madre nombre su relación al falo. Deseo y goce jugarán su partida, según la relación al falo que ella tenga. Aquí nos encontraremos en el una por una. Podrá hacerlo más del lado de lo femenino o quizás más del lado de la depresión, pero nunca habrá la buena respuesta porque el equilibrio madre-mujer no existe en tanto ‘lo femenino’ es imposible de decir. Madre, dime cómo ser mujer!, es una demanda imposible de responder.

En el Seminario Aún, Lacan nos dice que ninguna mujer aguanta ser no-toda, siendo el hijo lo que adviene precisamente a ese lugar, “El goce de la mujer se apoya en suplir ese no-toda. Para ese goce de ser no-toda, es decir, que la hace en alguna parte ausente de sí misma, ausente en tanto sujeto, la mujer encontrará el tapón de ese a que será su hijo” [6].

Concluimos entonces, que cada una se ubicará ante la maternidad rechazándola o aceptándola, con su amor o su odio, desde una identificación masculina o más cerca de una posición femenina, desde el todo madre o desde el no-todo en tanto mujer. La maternidad como suplencia, será una respuesta ante ‘lo femenino’ que hay en ella: “el goce de la mujer se apoya en un suplir ese no-toda” [7]. Suplencia que no completará nunca a la mujer, salvo en la psicosis. En el mejor de los casos, ella se dirigirá a un hombre en calidad de significante, hombre que tampoco la completará y mejor que así sea. Si bien como indica Lacan, “La mujer no entra en función en la relación sexual sino como madre”, no es deseable que se fije allí [8]. Un análisis puede permitirle sabe hacer semblante de objeto para un hombre sin ambages, sin creerse falo, pero sabiendo utilizarlo. Un análisis, le permitirá aceptar y saber hacer con la falta , de allí su astucia [9].

Notas:

  1. Lacan J. La Familia, Editorial Argonauta, Bs As-Barcelona, 1982, p.39.
  2. Freud S., “Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis” (1932) 33ª conf.: “La sexualidad femenina”, O.C., vol.22, p.123 -124.
  3. Lacan J., El Seminario, Libro 6, El deseo y su interpretación, Paidós, Bs As, 2014, p.498.
  4. Miller J. A. “Algunos problemas de pareja”, www.psicoanálisisinédito.com
  5. Lacan J., El Seminario, Libro 17, El reverso del Psicoanálisis, Paidós, Bs As, 1992, p 118.
  6. Lacan J. El Seminario, Libro 20, Aún, Paidós, Bs As, 1995, p.47.
  7. Ibídem, p. 47.
  8. Ibídem, p.47.
  9. Brousse M.H., “Saber hacer femenino con la relación. Las tres R: astucia, estrago y arrebato”, 12-06-10, Psicoanálisis Inédito.