Antes la elección no se solía plantear. Una mujer, habitualmente, se casaba y la maternidad formaba parte de un proyecto de pareja y de familia. Era un destino que la esperaba y por lo general se cumplía. De eso dependía su inserción social. Pero, si los hijos no venían, la mujer quedaba marcada. Su propia condición de mujer era puesta en duda. Podía llegarse a pensar que no era una verdadera mujer.

En la actualidad, ya no es así. Si en épocas anteriores casarse y tener hijos suponía una urgencia y un objetivo a cumplir cuanto antes, hoy el ideal ha cambiado, las mujeres postergan la maternidad en nombre de una realización personal que implica estudios, carrera profesional, elección de pareja, aspiraciones económicas, etc. Dentro de este esquema, la maternidad prematura representaría más bien un obstáculo para la plena realización de una mujer.

Con la caída de los ideales que soportaban el Nombre del Padre, se abre para la mujer un campo de decisión en relación a su deseo. La maternidad ya no recubre lo femenino.

Esta nueva situación permite plantearse una pregunta acerca de la relación entre la feminidad y el ser madre. Si para Freud la finalidad de la mujer era la maternidad y estaba del lado del tener, para Lacan la maternidad está situada del lado del ser que no permite colmar el agujero de la falta.

En la actualidad, para cada mujer, si aparece el deseo de ser madre, ella puede plantearse cómo crear ese lugar de ser madre y construirlo por si misma.

La mujer pasa de ser “la madre de los hijos” de un hombre a confrontarse en un nuevo escenario con su deseo o no de hijo. Un deseo para cada una en un lugar particular, pero que para todas presenta el desafío novedoso de una decisión independiente de la edad, del matrimonio o del lugar social. Si tales circunstancias antes posibilitaban una aproximación suavizada a la toma de esta decisión, ahora se trata, para la mujer, de una elección sostenida por un deseo propio.

En este momento, si toma esa decisión, la mujer ha de construir el lugar donde alojará a sus hijos. Ese lugar se construye una por una y en él cada una ha de elaborar su propio bricolaje.

Una pequeña viñeta clínica nos ilustra sobre este punto.

Una mujer de 35 años acude a tratamiento ante su gran dificultad para conseguir pareja. No sabe cómo hacer ante un hombre. Mujer muy disciplinada, cuando sabe qué tiene que hacer se esfuerza y lo consigue. Ha sido siempre muy exitosa en sus estudios y en su profesión. Ahí si sabía qué hacer. Su demanda, en un inicio, consistía en venir a buscar el saber que le permitiría tener acceso a una pareja.

Muy apegada a su propia madre, en el transcurso del tratamiento M. se plantea la posibilidad de adoptar un hijo y renunciar al encuentro con un hombre. Ella podría volver al pueblo y vivir con los padres. Estos cuidarían del hijo adoptado. Se sentiría protegida. De ésta forma accedía al logro de ser madre, eludiendo la confrontación de ser mujer para un hombre.

Le pregunto por qué renunciar a su deseo del encuentro con un hombre para poder acceder a ser madre. A partir de esa intervención se abre una nueva vía donde ella se confronta a la angustia del posible encuentro con el deseo de un hombre, de ser mujer para un hombre.

Esta viñeta, donde el acceso a ser madre está enlazado a la dificultad de ser mujer para un hombre, muestra cómo, en la actualidad, cada mujer puede permitirse desvincular el tema de ser madre del encuentro con un hombre.

También vemos, en otros casos, como una mujer, liberada de la presión social, puede sostener un deseo que no pase por el acceso a la maternidad. La maternidad no es un instinto. Para la mujer, la maternidad ha dejado de ser el único objetivo, lo que nos plantea la pregunta acerca de qué nuevo lugar ocupa para ella en la actualidad.

Hoy día, en algunos casos, parece que lo que se ha perdido es el deseo de ser madre.

Por ejemplo J., mujer que sostiene un lugar en lo social de importante brillo fálico y cierto reconocimiento, cuyo desempeño profesional la hace objeto de admiración para la mirada de los otros. En su tratamiento, el tema de la maternidad apareció fugazmente para pronto desaparecer de su discurso, que circuló alrededor de los pasionales encuentros y desencuentros con sus parejas. Es en el encuentro con la pareja en lo que se centra su deseo.

La idea de ser madre en ella aparece planteada como un ejercicio de curiosidad intelectual, que no pasa por un deseo de hijo, sino de saber acerca de su propio deseo.

En la actualidad, el deseo de ser madre o no serlo ya no ejemplifica la posición femenina. Las distintas variantes de cómo ser madre permiten a cada una inventarse una respuesta propia y tiene como efecto una nueva forma de configuración del ser mujer en la actualidad.

El papel de la ciencia ha pasado a ser el de un tercer actor en esta apertura, añadiendo nuevas variantes a la maternidad, que puede ser postergada, in vitro , sin un padre conocido, etc. Variantes que confluyen en esta nueva configuración del ser mujer y/o madre, permitiendo desde el acceso a una maternidad otrora imposible hasta la postergación al infinito de la toma de esa decisión, a la espera de ser tomada por ese deseo. Una congelación literal de los óvulos, que encubre la congelación del momento de decidir, postergando al infinito el de una comprensión por parte de la mujer acerca de su posición subjetiva al respecto.

Lluïsa Andreu, Socia de CdCELP.Barcelona