Salvia Ferrer tiene 38 años, nació en Xiva, un pueblo de Valencia, artista diseñadora, promotora de proyectos artísticos y Directora por tercer año de INTRAMURS Festival per l’art a Valéncia para la promoción de todas las artes, formado por un colectivo que moviliza a más de 400 personas, artistas, diseñadores, gestores y teóricos del arte unidos con la idea de dinamizar culturalmente a la población.

Salvia nos recibe en su casa, está con compañeros, todos trabajando ya para la próxima edición del festival, finalmente nos quedamos solas.

¿Dime Salvia cómo fueron tus comienzos?

Mi infancia la recuerdo muy oscura, todo era muy oscuro, mis padres no contaban las cosas, todo era tabú, vivíamos en un pueblo para ellos maravilloso, pero para mí muy oscuro.

Empecé a estudiar en un colegio de monjas, no podía estar allí, le dije a mi madre “por favor sácame de aquí tú no te das cuenta”. Ella no lo entendía; era su pueblo y todo estaba bien. Fue el padre de una amiga el que me ayudó a salir de ahí, yo veía que si me quedaba en el pueblo era el fin, porque la gente de mi generación estaba muy perdida entre las drogas y la delincuencia y, al final, fui yo la que arregló todos los papeles. Tome la decisión y me convertí en mi representarte legal. Con 16 años me fui a estudiar a Valencia a la Universidad Laboral.

Ya en Valencia ¿cómo fueron las cosas?

Cuando entré en la Universidad Laboral fue un cambio total, yo sabía que había gente maravillosa, allí encontré gente de diferentes pueblos cercanos a Valencia, pero con otras inquietudes, más libres, no arraigados al pueblo. Yo iba a todas las clases, los profesores me dejaban ir, hice bachiller de letras y de ciencias, me lo pasaba muy bien.

¿Hacia dónde encaminaste tus inquietudes?

Coincidió con que mi hermana mayor, de un día para otro se fue. Ella era fundamental en mi vida, lo pasé fatal, me encontré perdida, pase un año muy malo preguntándome cómo enfocar mi vida, cómo me hago encargo de mis cosas. Tenía que elegir una carrera, no sabia cuál, y tenía que acertar, no quería perder el tiempo. Me metí en Comunicación Audiovisual, en principio no sabía lo qué era, pero desde el inicio me metí a fondo, hice prácticas hasta que descubrí lo que era y me gustó, me pareció un lugar muy creativo donde poder construir muchas cosas, desde un cortometraje, hasta una película todo me parecía un teatro, un teatro de la vida.

Y me encontré con el que fue mi marido, que es diseñador. Me di cuenta que en el diseño era lo mismo: un teatro.

¿Te has encontrado dificultades por ser mujer?

Ni muchas ni pocas, te haces adulta y te das cuenta que hay hombres y mujeres y cada uno ejercer un poder, para ser aceptada en el poder femenino tengo que tragar con la sexualidad estándar, tener una vida hecha como mis amigas con su marido y sus hijos y, cualquier persona que no comparta esa vida, no es natural Eso es duro, te preguntan qué te pasa que no estás buscando una pareja para reproducirte, y además no puedes dar tu opinión, no tienes ni voz ni voto. Yo llevo esta problemática según ellas. A la par mi ex-marido, 25 años mayor que yo, imagínate aparecer un hombre con una mujer joven todo el mundo con hachazos, era una amenaza al sector femenino.

Y a nivel profesional también fue un hándicap, es mejor ser gay que mujer, pero todo a través del sexo, no entiendo qué tiene que ver una cosa con lo otra.

¿Cómo fue el proceso de creación del festival INTRAMURS?

De repente yo aparezco por el mundo artístico, lo veo y lo analizo, esto seria los finales de los 90, era un mundo muy artificial: con las ayudas, las subvenciones, con la pregunta qué es arte y qué no es arte, me doy cuenta que el mundo que yo vivo nada tiene que ver con esto. Te buscan para que hagas esto o lo otro, pero desde fuera ves que está todo por cambiar, que hay una capacidad creativa colectiva en la ciudad abandonada, que no tiene nada que ver con lo establecido, que no está reconocido. Y decidimos crear un lugar para decir. Y empezamos a movernos, a implicar a las asociaciones del barrio, a los talleres artesanales, a las tiendas, a la ciudadanía y finalmente en el 2014 se hizo realidad. En Intramurs cualquier persona que tenga algo que decir tiene cabida. Hay cantidad de gente con ganas de compartir, con ganas de decir, un potencial artístico impresionante.

¿Qué te anima a seguir un tercer año?

Pienso que vale la pena, bueno no sé hasta qué punto vale la pena, pero la gente está ahí, cada uno con su herramienta comunicativa, me parece una plataforma genial donde poder compartir, comunicar, participar, ser a la vez actor y autor, cuando se pone en marcha es una locura, ¡la gente tiene tantas ganas de contar cosas! Hay una gran energía artística.

Para finalizar Salvia, ¿cuál sería ahora tu lugar?

He vivido el modelo paterno, he vivido otro modelo de vida que me lo he buscado yo, tengo otro modelo aquí y ninguno de ellos me sirve pienso que debe haber otros modelos más naturales, y en esa búsqueda estoy.

Gracias por tus palabras, y que el festival sea un éxito.

Igualmente para vuestras jornadas